17 de febrero de 2011

Renacer...

El mármol de la pared de enfrente refleja mi imagen. No recuerdo haberla visto así sino en tus ojos. En esas pupilas negras dilatadas. Oscuras como la misma sala en que me encuentro ahora. Estoy solo. Podría bailar ballet o tratar de lanzar patadas al aire y caerme, y nadie se reiría, porque nadie me ve en este momento. ¿Dónde estás tú ahora? El verde brillante de la pradera donde por última vez nos encontramos hace ver la sala más estrecha por contraste.

- A cada segundo nacemos de nuevo…

La gran bóveda que se alza sobre mi cabeza reproduce el eco de mis pasos al caminar. No entiendo cómo es que lograste escuchar mi grito aquella vez. Allí estaba yo, sosteniendo la espada en lo alto… Curiosamente acabo de ver una igual en los frescos de las paredes. Pero eso es ya historia pasada. ¿Te veré en esta nueva vida? Ya no estoy solo; el duendecillo que salió de la grieta en la pared me está haciendo señas. Sí, es historia, pero no puedo olvidar verte llorar sobre mí. Escucho el goteo de tus lágrimas en los charcos de sangre; hay un pozo allá abajo, y el duende me está llevando hacia allá.

­- Y esta vez te toca a ti…

Está todo muy oscuro. ¿Saltaré? Tú lo hubieses hecho. Aquel león no te obligó a hacerlo, pero tú quisiste para poder matarlo. Él era muy bueno, aunque tú sospechabas de él, y lo querías matar. Yo quiero matar al duendecillo, que me está dando golpes en la cara. De alguna parte del pozo se escucha una risa, una carcajada. Tengo que saltar, pero antes debo matar al duende. ¿Me prestarías tu espada? Ahora la sangre mana de su pecho. Me siento mareado; las carcajadas continúan y una luz roja invade todo. ¿Cómo será esta nueva vida? Lo sabré pronto porque ya salté.

5 comentarios:

Unknown dijo...

no lo entendí mucho, chamo, porque no sé muy bien de dónde sale el león y el duende al que le clavan la espada. sé que es medio fantástico pero me perdí. ¡ojalá pudiéramos reunirnos todos a hablar de literatura ahora, que estamos un poquito más maduros que antes! saludos :)

Luis Miguel Corrales Gomez dijo...

Bueno estimado, me perdi un pelo... jejeje.... ojalá de verdad pudiesemos encontrarnos, pero todos se fueron, uno a Argentina, otro a Chile y otro a la república independiente de Maracaibo...

Manuel N dijo...

Me estreno como seguidor de este Blog, que sin duda me descansa.
Quiero más de este cuento. Quiero saber si el destinatario de estos pensamientos es chico o chica, si el fallecido le habla a un compañero de batalla o a un amor drásticamente finalizado. Quiero saber -más: descubir- si el duendecillo son mis vicios y si el León es el de siempre. ¿Me enteraré si efectivamente el que llora junto al charco de sangre le pasó la espada de una vida a otra?
El ballet clásico y la guerra con armas de fuego tienen cumpleaños bastante cercanos. Aunque quizás todo se tratae de que tú estás loco y nos lo quieres contagiar.
Saludos,
MaGNO

Kuchepo dijo...

La espada y el duendecillo: Las crónicas de narnia VIII hehehe. Cuando un cuento te da de que pensar es porque es interesante. Saludos!

Luis Ch. C. dijo...

Bueno, para serles sincero, no es que tuviese una intención puramente trascendental o un trasfondo deliberado en el momento en que me senté a escribir este cuento. Simplemente traté de imaginar cuán surealista podría ser el espacio (¿estado?) entre una vida y otra si la reencarnación fuese una realidad... Un mero experimento, en pocas palabras.

Reconozco que puede haber elementos tomados -consciente o inconscientemente- de otras historia más conocidas por todos ustedes. Simplemente lo publiqué aquí porque pensé que podía gustarles, jeje...

Disculpen si terminaron mareados, jajaja!

Saludos,

Yo